Como muchos sabéis, la vuelta al cole, o en el caso de la drama queen n°1, la entrada al cole, me traía por la calle de la amargura.
En nuestro pueblo, no existe la adaptación. En ningún cole. El primer día van una hora y media y el segundo las 5 horas del tirón. Ahí, sin anestesia. Y para Valentina, era la primera vez que se separaba de su círculo familiar (abuelos, tíos, etc.) Así que sí, tenía miedo.
Me había preparado un escrito para pedir adaptación en el caso de que llorara y tratamos el tema con cuentos, etc, siempre intentando no transmitirle mis miedos.
Pues como siempre, nos sorprendió a todos. El primer día llegamos, estuvimos un rato en el patio del colegio, y cuando nos indicaron nuestra clase, fuimos para allá. Las indicaciones para los padres eran despedirse rápidamente e irse.
Yo tenía claro que si lloraba no iba a dejarla así. Lo siento, seré una madre loca, o lo que sea, pero no me parece la mejor opción que su primer contacto con el colegio sea un momento tan estresante y que lo viviera como un abandono.
Así que de camino a clase, le fuimos explicando que ahora se quedaba allí, que nosotros volvíamos en cuanto sonara el timbre, que en la clase había juguetes y cuentos, y unas seños muy chulis. Pensaba darle un beso en la mano, y decirle que cuando nos echara de menos, se acordara de que llevaba nuestro beso en la mano y que la queríamos mucho, pero a la hora de la verdad… ¡se me olvidó!
Cuando llegamos a la puerta… había niños llorando (mucho), sin quererse soltar de los brazos de sus padres. Nos bajamos a su altura, le dimos un beso y le dijimos que la queríamos. Se dio la vuelta, y se metió en la clase tan pancha!!!! Fuera mochila y a jugar.
La semana ha sido toda igual. Incluso el viernes por la tarde preguntó por su seño Manolo (me encanta, un maestro para fomentar que los hombres también educan y cuidan) y se enfadó porque el sábado no había cole.
Nos lo ha puesto muy muy fácil. Pero no dejo de pensar en esos otros niños, que no se sienten seguros, y en sus llantos desgarradores. Tengo claro que algo no estamos haciendo bien con los niños, los más vulnerables e indefensos. Lo pasé mal viendo a esos chiquitines y a sus padres sufrir una separación tan brusca, y creo firmemente que debe haber una forma más respetuosa de hacer esto. Tiene que haberla.
Ahora tratamos de acompañar algunas rabietas y las cascadas de «noes» que seguramente se derivan del cambio tan grande que ha experimentado.
Y a vosotros, ¿cómo ha ido esa vuelta al cole? ¿Ha sido muy duro? ¿Lo están reflejando en casa?