16 semanas. Ya eres mayor.
Ya consideran que debes dejar mis brazos, mi pecho, mi regazo. Eh, más que suficiente, que ya es mayor.
Que ya eres mayor.
Ahora tienes que tomarte el biberón, eso que para ti es un trozo de plástico que no sabe a mamá. Ahora ya no tendrás mi cuerpo disponible para ti 24 horas y buscarás consuelo en pechos ajenos sin encontrarlo.
Ya eres mayor.
Ahora tendrás que dormir sin el arrullo de mi corazón, sin mis golpecitos en el culete y sin mi voz que te canta.
Que ya eres mayor.
Y yo… Yo me sacaré la leche de su envase original y me iré, aunque mi corazón y mi mente se queden aquí contigo.
Que ya eres mayor.
Y me iré, con las tetas llenas, los ojos húmedos y el alma en un puño.
Miraré el móvil cada 5 minutos. ¿Lloras, tienes hambre, tienes sueño, el pañal? Y me iré al baño, a sacarme la leche que me recuerda que estás lejos, como si fuera capaz de olvidarlo.
Y es que tú ya eres mayor.
Hoy cumples 16 semanas. Y yo mañana no estaré, no estaré para verte despertar, ni para darte de comer ni para ver tu primera sonrisa del día.
Hoy se cumplen 16 semanas de mierda. Ni 4 meses. Y mañana, mañana, mamá vuelve al trabajo.
Que dicen que ya eres mayor.
