Mi segundo parto ha sido completamente distinto del primero. Me he sentido muy primeriza en muchos aspectos y para alguien a la que le gusta tener el control ha sido bastante duro. Aquí va el relato:
Los pródromos empezaron en la semana 37. Eran agotadores. Contracciones intensas, que se mantenían durante horas de manera regular y que luego desaparecían de un plumazo.
De 40+3 tuve una experiencia maravillosa (ironía modo ON) en mi hospital de referencia, donde nos presionaron para aceptar una Hamilton y para programar una inducción en la 41+3 sin ninguna revisión antes y donde nos amenazaron con que «tanto el bebé como yo nos íbamos a quedar sin atención médica» una vez rechazada la inducción, cosa completamente ilegal, consultad a un abogad@ si os lo dicen.
Salimos de allí entre horrorizados y asustados, llorera incluida. Aquella revisión era lo que me faltaba para terminar de ponerme medio histérica. Como no pensaba aparecer por este hospital aunque tuviera que tener a la niña en medio de los olivares de la campiña, llamamos para cambiarnos de hospital en ese mismo instante, cosa que ya teníamos pensada anteriormente.
40+4. Eran aproximadamente las 11 de la noche. La mayor estaba ya acostada y mi hermana estaba en casa por si nos teníamos que ir. Empezaron las contracciones de nuevo, como casi todos los días, pero esta vez eran más seguidas y más intensas. Me pongo en la pelota de pilates y las voy pasando sin mayor problema.
Cuando ya llevaba una hora con contracciones cada 3 minutos, y aunque no eran demasiado intensas, decidimos irnos para el hospital, que estaba a una hora de casa.
De camino las contracciones comenzaban a espaciarse y mi cabeza a ir a 1000 por hora. «Otra vez no, otra vez no». A la llegada al hospital, las contracciones estaba muy espaciadas, sabía que aún no estaba de parto, y estaba desesperada.
En la exploración, la ginecóloga me dice que estoy con 3 cm de dilatación y en monitores las contracciones van espaciándose. Me suben a planta y ya solo tengo cada 10 minutos, lo suficiente para no dejarme dormir y no lo suficiente para desencadenar el parto.
