Mi primer parto: tercera parte

15:00h. Cambio de turno. Las matronas que tenía se despiden. Llevamos tres horas de expulsivo. Me siento agotada, triste, e incapaz. Le digo a mi marido que no puedo, que no voy a poder. Me coge la cara y me dice estoy aquí contigo. Yo sé que puedes, pero tu decisión es mi decisión. Y aparece ella, mi ángel de la guarda. Entra presentándose, diciéndome dos cosas: que tiene ganas de verme con mi bebé y que estoy teniendo unas fuerzas asombrosas. Le digo que no puedo y me dice:

«Claro que puedes, este bebé lo has acogido tú, lo has alimentado tú, lo has protegido tú, y lo has cuidado tú. Y ahora vas a parirlo tú, solo queda un último esfuerzo.»

Sus palabras me dan ánimos y empiezo a pujar. En algún momento, cojo a mi marido del pelo. Hay sangre por todos lados, parezco una fuente (son carúnculos me dijeron). Pujos, pujos. Largos, fuertes, continuados, lo doy todo. Surfeo el dolor, y le doy la bienvenida, cada contracción, cada pujo me lleva a mi hija. La matrona me dice: «¡Le estoy viendo la cabeza! ¿Quieres tocarla?»

Le digo que no, que lo que quiero es que salga ¡¡ya!! Mi marido se asoma y me dice que la está viendo. Un pujo más, otro. Siento que me parto, que me abro, que no puedo más. Alguien me dice que retenga el pujo si puedo y lo hago a duras penas. Y sale la cabeza, y detrás el cuerpecito menudo y caliente como un pescado.

15:45h: Y me ponen encima a mi niña mojada, que huele a vida, llorando ella y llorando yo. Se para el tiempo y el mundo. Solo tengo ojos para mi bebé, ese que mi cuerpo ha gestado y parido. Y no puedo parar de llorar, de mirarla y de sentirme tan afortunada de que me eligiera a mí para ser su madre.

No sé quién nos hace una foto. Su padre llora conmigo, mientras la peque se calma y se agarra al pecho. El cordón es largo largo, tanto que sale de la niña, recorre todo el largo de mi pierna y vuelve a entrar en mí. A los 5 min, placenta fuera. Me pregunta la matrona que si quiero verla. Le digo que sí. Me dice: «Este es el órgano que ha sido la casa y el sustento de tu bebé.»

Gracias infinitas. Examinan a la niña encima de mí. Me limpian y me miran por si hubiera que dar algún punto. 0 puntos. La peque venía con el puño cerrado a un lado de la cabeza y el cordón a modo de pendiente. Por eso ha costado tanto que baje y de ahí que se recuperara peor. Se despiden y nos dejan solos.

09/11/2016: Empieza la aventura.

Parto

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